Wednesday, June 22, 2011

River

It's really difficult to think about the markets this week. This mail, received yesterday morning from the godfather of my eldest kid, just about sums things up. It's being left in Spanish because a translation does it no justice. By the way, if you're wondering what the devil this post is about then don't worry about it because it's not going to affect your life. This time it's personal.
Crecí consciente de que en mi equipo jugaba Francescoli, Berti, Ortega, Gallardo, Salas, Solari, Aimar, Saviola, Crespo. Crecí entre tricampeonatos, delanteras deslumbrantes, defensas indestructibles. Crecí sabiendo que era hincha del mejor equipo del país y de la historia del Fútbol Argentino. El que más goles y puntos a favor tenía, el que más jugadores había aportado a la Selección, el de mejor promedio histórico... El Club del buen fútbol, de las inferiores extraordinarias, del paladar negro. Boca nos podía ganar seguido, pero era sólo una hinchada y huevos y cualquier cosa menos algo relacionado con el fútbol. Hasta que las cosas empezaron a fallar. Rastreo en mi memoria y recuerdo la noche en que San Lorenzo nos empata en el Monumental 2 a 2. Mayo del 2008. Se que la debacle empezó mucho antes, con Aguilar y el vaciamiento institucional y las largas listas de jugadores que fueron (y son) titulares y en otro tiempo hubiesen aspirado, a lo sumo, a cortar el césped de una cancha auxiliar. Pero esa noche sentí que una era terrible comenzaba en River para siempre. Que podían pasar cosas realmente malas.
 
Y ahora estamos a las puertas de la cuarta zona del noveno círculo del infierno. Si algo aprendimos los hinchas de River es que siempre se puede caer más bajo. De quedar afuera de la Libertadores en Primera Ronda contra un equipo venezolano a no clasificar más. De no salir campeón a salir último. De perder siempre contra Boca a perder contra cualquiera. De ser respetados y temidos a ser el hazme reír del fútbol argentino. Juro que todos los miedos anteriormente enumerados no representan ni el 20 por ciento del que tengo ahora. Este equipo que se enfrenta a Belgrano por la Promoción no tiene personalidad, ni juego, ni ideas, ni ánimo, ni sabe qué bondi hay que tomar para seguir. No le puede hacer un gol ni al arco iris. Estamos condenados y el mundo está lleno de bosteros crueles.
 
Quiero volver a tenerle miedo al chico malo del aula. Quiero volver a sentir miedo a la oscuridad. Quiero el miedo al desamor y la infelicidad infinita. Cualquier cosa es mejor a este miedo novedoso, siniestro, definitivo: miedo a que River se vaya a la B. A que un sábado frío de agosto juegue contra Aldosivi en el Mundialista. Y empiece ganando. Y después le empaten. Y finalmente pierda.